lunes, 19 de mayo de 2014

Fisiología del mal de altura



¿Has hecho alguna vez montañismo y, sin ninguna razón aparente, te has sentido débil, con náuseas o con dolor de cabeza? Estos, entre otros, son síntomas del mal de altura, afección que aparece independientemente de la condición física y que afecta a muchos amantes de las grandes alturas.

Generalidades y tecnicismos:
Antes de comenzar a describir con mayor precisión en qué consiste el mal de altura, hay que hablar de los factores a tener en cuenta en los aumentos de altitud:
  • El ambiente en altura es hostil para el ser humano, debido a la falta de oxígeno. Aunque también influyen el frío, la deshidratación y las radiaciones, estas si tienen algún modo de evitarse, como una buena vestimenta.
  • La presión atmosférica disminuye con la altura.
Cuando la respuesta fisiológica se produce, provoca cambios más o menos permanentes, que se denominan adaptación.

Respuesta fisiológica a la hipoxia:
Hay tres tipos de respuestas, aguda, crónica y de toda la vida. Nosotros nos centraremos en las diferentes respuestas que se dan ante la hipoxia aguda, que es la que nos atañe:
  • Respuesta ventilatoria a la hipoxia aguda:
Nuestro cuerpo, al percibir la falta de oxígeno (hipoxia), desencadena unos cambios fisiológicos que tratan de restaurar la homeostasis, restableciendo la presión parcial de oxígeno y el contenido de oxígeno en la sangre arterial.
Para ello, aumenta la ventilación, pues la hipoxia estimula los receptores carotídeos. Un ejemplo muy claro de esto es la necesidad de gastar más energía a grandes alturas, pues se da una mayor respuesta ventilatoria. Por esta misma razón, los escaladores que presentan una mayor respuesta ventilatoria suelen conseguir ascender a alturas superiores y se aclimatan mejor.
Además de esta respuesta ventilatoria, la hipoxia también provoca la caída de la presión parcial de O2 y CO2 en la sangre arterial, lo que a su vez genera un aumento de pH de la sangre. El descenso de uno (CO2) es consecuencia del descenso del contrario (O2), lo que genera un empeoramiento del intercambio de gases en los pulmones.
  • Respuesta cardiovascular a la hipoxia aguda:
Ahora nuestro cuerpo necesita contrarrestar la caída de CO2 y O2, por lo que aumenta el flujo sanguíneo a los tejidos. La hipoxia es detectada por unos receptores que aumentan la frecuencia de descarga, y esta información es recogida en el centro cardiocirculatorio del sistema nervioso central (SNC). Nuestro SNC responde causando un aumento de la frecuencia cardiaca, la fuerza de contracción ventricular y el gasto cardiaco en reposo, evitando la caída generalizada de la presión arterial.
  • Respuesta hematológica a la hipoxia aguda:
La disminución de O2 también afecta a la producción de glóbulos rojos, pues esta es detectada por el aparato yuxtaglomerular, que libera eritropoyetina (EPO). Esta EPO se encarga de generar nuevos glóbulos rojos. El aumento de esta producción permite un aumento de la resistencia al ejercicio físico y el rendimiento en ejercicio aeróbico, razón por la cuál es muy importante para la resistencia frente a la hipoxia. Sin embargo, sus niveles disminuyen a lo largo de 48 horas, cuando se alcanza la concentración basal.
La hemoglobina también es un factor importante a tener en cuenta en la respuesta hematológica. Esto es debido a que la 2,3-bisfosfoglicerato actúa como regulador alostérico entre las formas T y R de esta molécula. Así, puede unirse al bolsillo catalítico, estabilizando el estado T y haciendo que aumente el suministro de oxígeno a los tejidos cuando este escasea. Esto significa que el 2,3-BGF ayuda a contrarestar los efectos de la hipoxia.

Síntomas del mal de altura:

Si no se produce una adecuada aclimatación que dé lugar a las respuestas fisiológicas antes descritas, las condiciones de hipoxia generarán una serie de síntomas que indican la aparición del mal de altura. El principal síntoma, dolor de cabeza, normalmente aparece a parir de los 2500 metros de altura.
Entre otras afecciones, podemos encontrar nauseas, fatiga, sangrado por la nariz, malestar general, agotamiento físico y trastornos del sueño.
Además, podemos encontrar como afecciones mucho más graves dentro del mal de altura, el edema pulmonar de altitud (EPA), o el edema cerebral de altitud (ECA).
Los edemas serán la consecuencia del aumento de flujo en pulmón y en cerebro para intentar solventar el problema de la falta de oxígeno. Un exceso de flujo provocaría un aumento de la presión hidrostática en los capilares de ambos tenidos y la salida excesiva de líquido al intersticio, es decir, el edema. El agua retenida entre las células dificulta enormemente el intercambio de gases, por lo que se no tratarse de inmediato podría provocar la muerte de los individuos en esta situación.

Pero, pese a todos estos síntomas, más o menos graves, hay que tener en cuenta que no todos nos vemos afectados de la misma forma o con la misma gravedad ante el mal de altura, y de hecho hay personas que no lo sufren. Así pues, ¿quién y por qué se sufre mal de altura?

Afectados por el mal de altura:
Se han descrito ciertos factores asociados a un aumento del riesgo de padecer esta afección.
A mayor altitud y mayor velocidad de ascenso, mayor es la posibilidad de sufrir mal de montaña, así como el haber tenido anteriormente esta afección.

Ahora que conocemos qué lo produce, también podemos conocer cómo evitarlo. Así, debemos de ascender a una velocidad razonable, de unos 300 metros al día, lo que permite que el cuerpo se aclimate a medida que asciende; debemos de permanecer hidratados, bebiendo entre 4 y 5 litros de líquido al día; y debemos tener una dieta variada y rica en hidratos de carbono.
Si, pese a esto, aparece el mal de altura, la mejor forma de paliarlo es descender y descansar durante un par de días, para que el cuerpo se recupere.

Lo que realmente marca la diferencia: nuestro "hábitat":
Como decíamos anteriormente, la adaptación y climatización son fundamentales para evitar el mal de altura, razón por la cuál es lógico pensar que aquellas personas que viven a grandes alturas están mejor preparados para soportar el incremento de altura y por lo tanto, son capaces de evadir el mal de altura con mayor éxito.
En un estudio realizado con tibetanos, andinos y residentes a nivel del mar, se observó que los tibetanos y andinos presentan como principal aspecto diferencial una capacidad de difusión pulmonar muy superior a la de los residentes a nivel del mar. Esto, a su vez, les permite hacer un intercambio de gases durante un esfuerzo físico en hipoxia con una menor hiperventilación, y además su intercambio de gases funciona mucho mejor.

Pero, ¿por qué es esto? Hay tres características principales que suponen esta adaptación natural:
  • Las dimensiones de su tórax están particularmente aumentadas y su volumen corporal algo disminuido, con lo que hay una gran proporción entre capacidad de ventilación y masa corporal.
  • Su corazón derecho proporciona una presión arterial pulmonar elevada para impulsar sangre a través de un sistema capilar pulmonar dilatado.
  • El aporte de oxígeno de la sangre a los tejidos también está muy facilitado ya que poseen mayor cantidad de oxígeno a menor presión del mismo en la sangre dado por una mayor cantidad de hemoglobina.
En conclusión, las personas nacidas o residentes en zonas de grandes alturas están más preparados fisiológicamente para soportar la hipoxia, y con ello, evitar el mal de altura.

Así, si estás planteándote subir una montaña que supere los 2 500 metros de altura, no olvides los efectos de esta afección y sigue las medidas de prevención para disfrutar el ascenso al máximo.

Bibliografía:
Libro: Fisiología del ejercicio (3º edición) Jose lopez chicharroA. Fernandez Vaquero. Panamericana 2006


Por Julia San Millán y Ana Alonso-Carriazo

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